María y José se dirigían a Belén para concurrir al censo mandatado por el emperador romano Augusto, cuando a la Virgen le llegó el tiempo de dar a luz al Hijo de Dios, encarnado en su seno virginal. Junto a José acogieron al Niño en una pesebrera, porque nadie quiso entregarles acogida en sus casas. Solo unos humildes pastores acudieron presurosos al pesebre, ante el anuncio de los Ángeles, que cantaban la gloria de Dios para los hombres de buena voluntad.
Hermanos y amigos, celebrando Navidad se nos invita contemplar la gran ciudad de Santiago. Dios hecho hombre quiere habitar en ella: en nuestros barrios, en las familias, en el corazón de cada pobre, en la vida de quien sufre, se siente descartado o inútil, como también en quienes buscan despertar el corazón a la fe y a las actitudes más bellas y nobles de solidaridad y fraternidad, que brotan de la experiencia de haber encontrado a Jesús.
A lo largo del tiempo de Adviento, el Departamento de Comunicaciones de nuestra Arquidiócesis ha invitado a varias personas a entonar, en solitario, el tradicional “Noche de Paz”. No resultó fácil hacerlo afinadamente. Sí resultó hacerlo, en armonía, uniendo muchas voces. “En familia suena mejor... Canta noche de paz en familia”, fue la invitación.
A partir de la experiencia vivida, destaco tres actitudes que pueden ayudar a comprender y a vivir el misterio de la Navidad en su significado más profundo:
La primera de ellas es la contemplación. La contemplación permite agudizar la vista y mantener despierto el corazón; permite descubrir que El Hijo de Dios ha plantado su casa entre las nuestras; permite experimentar la cercanía de Dios, la ternura de su amor, que ofrece la mayor de todas las dignidades: ser sus hijos y hermanos entre nosotros. Una dignidad que no se mide por el poder u el dinero que uno pueda o no poseer. Es la dignidad compartida y que no puede permitir que alguien siga botado a la vereda del camino, descartado o marginado de la mesa de la comunión y de la solidaridad. Vivir Navidad en contemplación es fuente de extraordinaria fecundidad y de vida buena para todos.
La segunda actitud a la que la Navidad despierta, es la solidaridad. Nos recuerda que Dios ha enviado a su Hijo para compartir la propia vida, para que su Vida abunde en todos sus hijos e hijas. La vida es el gran proyecto de Dios: que todos tengan vida y la tengan en abundancia. Las preguntas y las respuestas que podemos proponernos pueden ser las siguientes: ¿En nuestra ciudad, hay vida abundante para todos? ¿La acogemos y la cuidamos con amor? ¿Hay justicia, salud, trabajo y bienestar para todos? ¿Nos reconocemos como hermanos y acogemos con respeto? ¿Qué hacemos por las familias dónde uno de sus integrantes está enfermo, por las familias que sufren el flagelo de la droga o deben sobrellevar una pobreza injusta? ¿Cuál es nuestra preocupación por la promoción y la protección de los más desposeídos? La Navidad nos invita a todos a dar respuestas concretas y responsables.
La tercera actitud dice relación con la armonía que necesitamos cuidar. “Canta “Noche de paz” en familia. Suena mejor en familia… Es una invitación a formar un gran coro, dónde cada uno pueda aportar a la armonía; dónde todos puedan participar, donde finalmente, con todos se logre una armoniosa sinfonía, hechas de voces distintas pero acordadas a un único gran fin: Vida buena para todos y todas, especialmente por los más pobres y desposeídos.
Conversando con muchas personas, he escuchado decir que estamos terminando un año donde no han faltado voces que, en solitario, han suscitado crispaciones, desencuentros y malos entendidos, voces que en nada han contribuido a construir una convivencia armoniosa y a fortalecer la voluntad de caminar hacia el bien de todos. Debemos confesar que, a veces, la prepotencia ha marcado negativamente el clima social y ha contribuido a sembrar desconfianza, incertidumbre y descontento.
Frente al pesebre, en esta noche de paz, escuchemos la voz humilde de Quien, con su ejemplo, invita a cambiar de rumbo y a construir, con mayor armonía, el bien común al cual aspiramos. Es la voz del Hijo de Dios, que desde la debilidad humana, nos muestra caminos fecundos y armónicos de paz y de auténtico progreso humano.
Feliz Navidad, acogiendo a Jesús, como el Hijo de Dios- Salvador.
Feliz Navidad, regalando vida a todos aquellos por quienes Él vino a habitar entre nosotros.
+ Cardenal Ricardo Ezzati Andrello, sdb
Arzobispo de Santiago
Santiago, 24 de Diciembre de 2014.
Hermanos y amigos, celebrando Navidad se nos invita contemplar la gran ciudad de Santiago. Dios hecho hombre quiere habitar en ella: en nuestros barrios, en las familias, en el corazón de cada pobre, en la vida de quien sufre, se siente descartado o inútil, como también en quienes buscan despertar el corazón a la fe y a las actitudes más bellas y nobles de solidaridad y fraternidad, que brotan de la experiencia de haber encontrado a Jesús.
A lo largo del tiempo de Adviento, el Departamento de Comunicaciones de nuestra Arquidiócesis ha invitado a varias personas a entonar, en solitario, el tradicional “Noche de Paz”. No resultó fácil hacerlo afinadamente. Sí resultó hacerlo, en armonía, uniendo muchas voces. “En familia suena mejor... Canta noche de paz en familia”, fue la invitación.
A partir de la experiencia vivida, destaco tres actitudes que pueden ayudar a comprender y a vivir el misterio de la Navidad en su significado más profundo:
La primera de ellas es la contemplación. La contemplación permite agudizar la vista y mantener despierto el corazón; permite descubrir que El Hijo de Dios ha plantado su casa entre las nuestras; permite experimentar la cercanía de Dios, la ternura de su amor, que ofrece la mayor de todas las dignidades: ser sus hijos y hermanos entre nosotros. Una dignidad que no se mide por el poder u el dinero que uno pueda o no poseer. Es la dignidad compartida y que no puede permitir que alguien siga botado a la vereda del camino, descartado o marginado de la mesa de la comunión y de la solidaridad. Vivir Navidad en contemplación es fuente de extraordinaria fecundidad y de vida buena para todos.
La segunda actitud a la que la Navidad despierta, es la solidaridad. Nos recuerda que Dios ha enviado a su Hijo para compartir la propia vida, para que su Vida abunde en todos sus hijos e hijas. La vida es el gran proyecto de Dios: que todos tengan vida y la tengan en abundancia. Las preguntas y las respuestas que podemos proponernos pueden ser las siguientes: ¿En nuestra ciudad, hay vida abundante para todos? ¿La acogemos y la cuidamos con amor? ¿Hay justicia, salud, trabajo y bienestar para todos? ¿Nos reconocemos como hermanos y acogemos con respeto? ¿Qué hacemos por las familias dónde uno de sus integrantes está enfermo, por las familias que sufren el flagelo de la droga o deben sobrellevar una pobreza injusta? ¿Cuál es nuestra preocupación por la promoción y la protección de los más desposeídos? La Navidad nos invita a todos a dar respuestas concretas y responsables.
La tercera actitud dice relación con la armonía que necesitamos cuidar. “Canta “Noche de paz” en familia. Suena mejor en familia… Es una invitación a formar un gran coro, dónde cada uno pueda aportar a la armonía; dónde todos puedan participar, donde finalmente, con todos se logre una armoniosa sinfonía, hechas de voces distintas pero acordadas a un único gran fin: Vida buena para todos y todas, especialmente por los más pobres y desposeídos.
Conversando con muchas personas, he escuchado decir que estamos terminando un año donde no han faltado voces que, en solitario, han suscitado crispaciones, desencuentros y malos entendidos, voces que en nada han contribuido a construir una convivencia armoniosa y a fortalecer la voluntad de caminar hacia el bien de todos. Debemos confesar que, a veces, la prepotencia ha marcado negativamente el clima social y ha contribuido a sembrar desconfianza, incertidumbre y descontento.
Frente al pesebre, en esta noche de paz, escuchemos la voz humilde de Quien, con su ejemplo, invita a cambiar de rumbo y a construir, con mayor armonía, el bien común al cual aspiramos. Es la voz del Hijo de Dios, que desde la debilidad humana, nos muestra caminos fecundos y armónicos de paz y de auténtico progreso humano.
Feliz Navidad, acogiendo a Jesús, como el Hijo de Dios- Salvador.
Feliz Navidad, regalando vida a todos aquellos por quienes Él vino a habitar entre nosotros.
+ Cardenal Ricardo Ezzati Andrello, sdb
Arzobispo de Santiago
Santiago, 24 de Diciembre de 2014.
Mensaje de Navidad 2014 - Cardenal Arzobispo de Santiago Ricardo Ezzati camera iphone 8 plus apk | |
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Non-profits & Activism | Upload TimePublished on 26 Dec 2014 |
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